Trabajar para vivir pero no vivir para trabajar, esta es una premisa que debemos tener siempre presente; sin embargo, es indiscutible que el trabajo ocupa, tanto material, como mentalmente, una parte importante de nuestra vida, y la forma en la que lo afrontemos nos afecta en todos los ámbitos. En ocasiones, todo depende de nuestra actitud.
Diez consejos para trabajar sin estresarse
1º La importancia de la visualización
Es importante empezar el día con buen pie, iniciar el trabajo con entusiasmo, bloqueando cualquier tipo de pensamiento negativo. La acumulación de pensamientos negativos a lo largo de la jornada y de los días va convirtiéndose en malestar y angustia que, finalmente, desemboca en ansiedad y estrés.
Conviene centrarse en los aspectos positivos de nuestro trabajo: la labor que estamos desarrollando, cómo ésta nos permite evolucionar en nuestra personalidad (potenciando lo positivo y mejorando en lo negativo), la buena relación con los compañeros… Este ejercicio no es inconsciente, pues nuestro trabajo no siempre es tan gratificante como desearíamos, requiere de un esfuerzo diario de visualización positiva. La visualización positiva, además, nos predispone a ser más eficaces y disfrutar más de lo que hacemos.
2º Un buen espacio de trabajo
Hay gente que asegura trabajar mejor en medio del caos, lo cual no es cierto, simplemente revelan su capacidad de adaptarse a cualquier entorno (por caótico que éste sea). No cabe duda de que un espacio organizado y limpio ahorra tiempo y facilita la tarea. Además de esto, podemos tratar de crear un entorno de trabajo agradable, personalizándolo en la medida de lo posible: fotos familiares, posters que sean de nuestro gusto, plantas o flores… La luz natural siempre es preferible a la artificial, si no disponemos de ella, debemos comprobar que la que tenemos sea adecuada (no mucha ni poca intensidad), y que esté bien orientada.
3º Organización de las tareas
Es importante jerarquizar las tareas y establecer un orden de ejecución, de lo contrario corremos el riesgo de empezar muchos trabajos y dejarlos todos a medias, lo que nos lleva a sentirnos desbordados, y en consecuencia, frustrados. Debemos tener en cuenta que, aunque en ocasiones pueden surgir imprevistos, no podemos dejarlo todo a la improvisación: conviene planificar nuestra agenda del día.
4º Las pausas son necesarias
Siempre hay tiempo para un descanso. De hecho, aunque nos encontremos ante una situación de estrés que “aparentemente” nos impida tomarnos un respiro, no hacerlo es contraproducente. El estrés nos bloquea, produce distracciones y olvidos. Una pequeña pausa nos ayuda a serenarnos y a controlar nuestras emociones.
Si además queremos evitar que nuestro cuerpo y nuestra mente se resientan, (sobre todo cuando trabajamos frente a un ordenador), es recomendable que cada hora o media hora desviemos la atención de la pantalla o que nos movamos un poco en nuestro asiento.
5º Durante la comida, desconecta y disfruta
Lo mejor para desconectar durante el almuerzo es comer en casa, ya que nos obliga físicamente a alejarnos de nuestro centro de trabajo. Si esto no es viable, y nuestras posibilidades nos lo permiten, debemos tratar de encontrar algún establecimiento donde preparen comida sana y equilibrada, procurando, además, terminar la comida con un paseo. Si las circunstancias nos obligan a comer en la propia empresa, estableceremos un pacto con nuestros compañeros en el que se prohíba hablar de temas laborales mientras dure el almuerzo.
6º El ambiente laboral influye en un 99%
Es importante ser amables, empáticos y asertivos. Estos sentimientos suelen ser recíprocos y construyen un ambiente laboral muy favorable. Tampoco debemos descuidar nuestra autoestima, debemos trabajar sobre ella pues nos permite aceptar mejor las críticas sin tomarlas como un ataque a nuestra persona.
Desgraciadamente existen cierto tipo de personas que no responden a nuestra empatía: los “malos jefes” o “malos compañeros”. Estos vampiros emocionales pueden llegar a generarnos ansiedad y estrés. Ante ellos la actitud es sencilla pero requiere entrenamiento y constancia: el primer consiste en evaluar nuestra actuación, ver en qué podemos mejorar y si esto cambiaría la relación. El segundo paso, en analizar qué tipo de comentarios son los que nos afectan, aislarlos, comprobar su base y racionalizar que no tienen fundamento ni dependen de nosotros. El tercer paso es tratar de impedir que estas actitudes negativas nos afecten, bloqueándolas mentalmente (incluso a través de visualizaciones), para evitar que lleguen a nuestro plano emocional. Debemos tener en cuenta que cuando estos pensamientos o emociones negativas se hacen repetitivos y se extrapolan fuera del entorno laboral desembocan en frustración, ansiedad y estrés.
7º Genera nuevas ideas
Las iniciativas, las nuevas ideas que conllevan una mejoría tanto de la propia actividad desempeñada como de nuestro equipo de trabajo suponen un verdadero estímulo para la autoestima. Sentirnos útiles y valorados nos hace abordar nuestros quehaceres con una actitud mucho más positiva.
8º La importancia de la risa
Es importante saber compartir con los compañeros anécdotas divertidas que repercutan en el estado de humor general. La risa es la herramienta antiestrés más efectiva, en ocasiones, ante determinadas situaciones, nos ayuda a relativizar el problema, a aliviar la tensión e impedir que las circunstancias nos desborden. La risa también es un arma muy efectiva para combatir la apatía que genera la rutina.
9º Mantener el cuerpo en forma
“Mens sana in corpore sano”. El ejercicio es vital en nuestro día a día: estimula cuerpo y mente, nos ayuda a liberar tensiones y toxinas y a mantener el equilibrio. El cuidado de nuestro cuerpo también implica una buena alimentación a través de una dieta equilibrada, evitando el abuso de sustancias estimulantes como el café, el té (y por supuesto) la nicotina.
10º Escucharse para realizarse
Desarrollar la vocación que uno siempre ha soñado es un factor decisivo para trabajar con ilusión y motivación. Desgraciadamente, cuando esto no sucede, debemos realizar un análisis sobre los siguientes aspectos: qué me gusta, en qué soy bueno, cómo resulto útil a los demás. Si analizamos nuestro tiempo libre, nos daremos cuenta de que podemos emplear parte del mismo en responder a los anteriores interrogantes (desarrollar un hobbie, retomar estudios, etc.), proponiéndonos nuevas metas e ilusiones que nos ayudarán llevar una existencia más plena y satisfactoria.