Consciente o inconscientemente todos buscamos la paz que la meditación aporta a a la mente. Todos tenemos nuestras propias maneras de hallar esa paz, nuestros propios hábitos de meditación. Desde la ancianita que se sienta a tejer junto al fuego, al navegante que en una tarde de verano se desliza ociosamente por el río, olvidando el transcurso del tiempo.
Porque, cuando la atención está totalmente absorta, la mente guarda silencio, cuando conseguimos restringir nuestros pensamientos a un solo objeto, el incesante parloteo interno se detiene
En realidad, el contento que sentimos cuando la mente se absorta no proviene tanto de la actividad misma como de hecho de que, al concentrarnos, nos olvidamos de nuestros problemas y preocupaciones.
Pero estas actividades no pueden aportarnos más que un breve interludio de paz, que dura mientras absorben nuestro interés. Una vez que la mente vuelve a distraerse, regresa a su rutina de vagar sin rumbo, dilapidando su energía en recuerdos del pasado o sueños de futuro, que continuamente se superponen con lo que tenemos entre manos. Para lograr un contento más perdurable, es necesario entrenar la mente con la meditación
La meditación es la práctica mediante la cual hay una observación constante de la mente.
Esto significa enfocar la mente en un punto y silenciarla para percibir el Sí mismo.
Al detener la marea de pensamientos, llega uno a entender su verdadera naturaleza y a descubrir la sabiduría y la tranquilidad que lleva dentro.
La meditación no se logra fácilmente, es un árbol lento que crece con lentitud
Hay dos tipos de meditación : la concreta y la abstracta.:
- En la meditación concreta, uno se concentre en un objeto concreto, sobre el cual la mente puede fácilmente detenerse. Puede ser una imagen, un símbolo visual como una vela…
- La meditación abstracta, es dualista ya que el meditador se considera separado del objeto de la meditación, es como su si se percibiese fundido con el objeto y es un poco más complicada. Se necesita mucha práctica.
Para que te inicies en la meditación de forma sencilla, te proponemos como ejercicio que adoptes la postura de meditación, (piernas cruzadas y manos sobre las rodillas), y que junto a los distintos tipos de música relajante que te proponemos en la página, centres tu atención en la llama de una vela encendida durante unos veinte minutos.
Al principio deja vagar la mente, si la obligas a concentrarse, solo conseguirás que se vuelva más inquieta. Pasados unos minutos lleva la mente a descansar sobre el punto focal que hayas elegido, en este caso la llama de la vela.
La meditación se produce cuando alcanzas un estado de pensamiento puro.
Lo esencial es establecer la meditación como un hábito regular en la vida, meditando todos los días en el mismo lugar y a la misma hora. Así la mente se acostumbrará a responder sin demora cada vez que nos sentemos a meditar. Después de unos meses de práctica verás como la mente, por sí sola, reclamará ese momento de quietud.